Dejamos aquí el texto leído durante la rueda de prensa, horas antes del combate.
Muchos de ustedes, suponemos que están extrañados por esta rara idea de un combate entre poetas pesados, por una lucha entre hombres de palabra, por la violencia de este espectáculo. Bien, a nosotros nos extrañan también sus vidas, sus coches, sus familias, sus puestos de trabajo en oficinas, y no por ello ponemos cara de incredulidad ni hacemos gestos de disonancias sociales.
La violencia en estas sociedades del bienestar tiende a incluirse dentro de recipientes refractarios, a alojarse en periferias de nuestra razón, a marginarse en el espectro de los objetos rechazados y de las conductas impropias.
Nuestra voluntad hoy es nucleotizar la violencia, crear un epicentro de agresión, venganza, cólera, y todas esas reacciones alérgicas al espíritu que normalmente crea la poesía de los otros, las palabras de los otros, los discursos de lo ajeno.
¿Quién no ha querido soltarle un sopapo aquél hijo de puta que escribió aquel soneto? ¿Quién no ha querido aplaudirle la cara al poeta que sale por televisión?
¿Quién no ha querido acariciar con los nudillos el higadillo del último premio en verso?
¿Y por qué todos estos ataques se suceden siempre en un Ring dialéctico?
Los boxeadores poetas que hoy nos acompañan están cansados de airear los trapos sucios, de generar batallas con el discurso. Están hasta los huevos de tanta métrica no medida, de tanto ripio, de tanta sinalefa contada con los dedos de las manos. Quieren empezar a pulir el poemario de sus contrincantes a golpes, a fuerza de ganchos, arrimando cada verso a un saco de ostias.
Ustedes no deberían impedir que la violencia entrase en sus vidas como una ráfaga de aire fresco. Ustedes no deberían reprimir darle un guantazo a Arturo Pérez Reverte si se lo encuentran por la calle. Siempre consensuado, siempre reglado. Debemos estar dispuestos a dar y recibir, dice nuestro señor. Pues bien, vamos a untarnos de leches. Que los músculos se tensen, que el corazón empiece a bombear, que los testículos se contraigan. Si el esfuerzo de la escritura ha relajado nuestros cuerpos, ha creado una intensa y terrorífica laxitud, debemos empezar a liberar contención, dejemos que la serotonina tapice las paredes de nuestros estudios, que las endorfinas anestesien el dolor que produce arrancar la lengua poética de nuestras vidas, hoy, por el cinturón de la www xxx ye ye yé, Gonzalo Tiger Tiger Escarpa se batirá con Víctor Pérez la Tanquetilla de Fresno, y David Moreno El Boss Sexuador, luchará contra Ben Clark el Tigre de Gales. Su comparecencia aquí hoy, no hace más que avivar una llama humana, un fuego interno con el que ahora prendemos nuestros cigarrillos, pero que hace tiempo, decidía quién era el mejor poeta, quién era el líder, quién obstentaba el cinturón de la gloria, y quién dejaba de ser un poeta pesado, para ser un simple poeta pasado.
La violencia en estas sociedades del bienestar tiende a incluirse dentro de recipientes refractarios, a alojarse en periferias de nuestra razón, a marginarse en el espectro de los objetos rechazados y de las conductas impropias.
Nuestra voluntad hoy es nucleotizar la violencia, crear un epicentro de agresión, venganza, cólera, y todas esas reacciones alérgicas al espíritu que normalmente crea la poesía de los otros, las palabras de los otros, los discursos de lo ajeno.
¿Quién no ha querido soltarle un sopapo aquél hijo de puta que escribió aquel soneto? ¿Quién no ha querido aplaudirle la cara al poeta que sale por televisión?
¿Quién no ha querido acariciar con los nudillos el higadillo del último premio en verso?
¿Y por qué todos estos ataques se suceden siempre en un Ring dialéctico?
Los boxeadores poetas que hoy nos acompañan están cansados de airear los trapos sucios, de generar batallas con el discurso. Están hasta los huevos de tanta métrica no medida, de tanto ripio, de tanta sinalefa contada con los dedos de las manos. Quieren empezar a pulir el poemario de sus contrincantes a golpes, a fuerza de ganchos, arrimando cada verso a un saco de ostias.
Ustedes no deberían impedir que la violencia entrase en sus vidas como una ráfaga de aire fresco. Ustedes no deberían reprimir darle un guantazo a Arturo Pérez Reverte si se lo encuentran por la calle. Siempre consensuado, siempre reglado. Debemos estar dispuestos a dar y recibir, dice nuestro señor. Pues bien, vamos a untarnos de leches. Que los músculos se tensen, que el corazón empiece a bombear, que los testículos se contraigan. Si el esfuerzo de la escritura ha relajado nuestros cuerpos, ha creado una intensa y terrorífica laxitud, debemos empezar a liberar contención, dejemos que la serotonina tapice las paredes de nuestros estudios, que las endorfinas anestesien el dolor que produce arrancar la lengua poética de nuestras vidas, hoy, por el cinturón de la www xxx ye ye yé, Gonzalo Tiger Tiger Escarpa se batirá con Víctor Pérez la Tanquetilla de Fresno, y David Moreno El Boss Sexuador, luchará contra Ben Clark el Tigre de Gales. Su comparecencia aquí hoy, no hace más que avivar una llama humana, un fuego interno con el que ahora prendemos nuestros cigarrillos, pero que hace tiempo, decidía quién era el mejor poeta, quién era el líder, quién obstentaba el cinturón de la gloria, y quién dejaba de ser un poeta pesado, para ser un simple poeta pasado.
Etiquetas: campeonato poetas pesados
Gracias por permitir que la literatura pase del dicho al hecho.Necesitamos más gente como vosotros para resucitar la acartonada poesía española.Un abrazo.
José María Cumbreño.